Volver

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Fue una pausa, un bache en el tiempo. Un capítulo que se cerró y dio lugar a otro nuevo, o a la continuación del anterior. En esta noche, lo estoy sintiendo como un oasis en medio del desierto que quiero hacer florecer. Fue desaparecer de mi lugar, transportarme a otro espacio donde casi todo lo podía hacer desde cero. Una ventaja, un desafío. Y, finalmente, apenas un sueño... del que ya desperté.

Fue abrir mis ojos y encontrar que todo sigue igual a mi alrededor. Las personas, los lugares, la lista de pendientes, los sentimientos, la compañía y la soledad. Fue también recordar que, a pesar de todo, me llevé un gran tesoro desde ese lugar extraño donde pasé seis semanas de mi vida. Fue conocer gente fantástica, hacer cosas que nunca había hecho, hacer otras que no acostumbro hacer, y hacerlas tantas veces como nunca en mi vida anterior... Fue el dolor de saber que esa gente ya no está a mi alrededor, que por estos lares sigue la vida en construcción, con las pocas personas que andan cerca, y todas aquellas que anhelo más cercanas.

Fue recordar que la vida sigue. Con estas cosas. Tal cual es.
Fue un buen viaje. Y ahora debo continuar...

Mi primera semana en Perú

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Después de siete días y ocho noches en Lima, casi puedo decir que me adapté. He pasado por varios estadíos, incluyendo el tremendo mareo que sacudió hasta mi alma durante el vuelo en avión, la descompostura debida al agua y las comidas de aquí, el mirar la habitación del hotel y preguntarme qué demonios hago aquí, a 4000 km de mis lugares, de mi gente... En otro momento tenía en mente escribir Cara de avión III, contando mi experiencia en el vuelo, pero desistí. Es que lo pasé muy mal!! Al menos durante las primeras tres horas.

Dado que no hay mucho tiempo, no voy a contar todos los pormenores de estos días. Puedo contar que aquí en el trabajo nos recibieron muy amablemente y nos acompañan siempre a comer, y también a otros lados fuera del horario laboral. Que desde mi puesto de trabajo, junto al ventanal, tengo una bonita vista de la ciudad, en la que se destacan algunos edificios muy altos de San Isidro (el barrio donde trabajo) y algunos cerros, los cuales se pueden ver cuando la bruma no es tan densa. Que este edificio tiene más de 20 pisos y que, a las horas de entrada y de salida, el trámite de subir o bajar en el ascensor es interminable. Que las bebidas, por default, se toman a temperatura ambiente, y que no alcanza con pedirlas frías si las quiero tomar como en mi país, sino "heladas". Que hay que evitar tomar agua de la red siempre que sea posible.

Un hecho interesante es la inagotable y variadísima oferta gastronómica peruana. En el mes y medio que voy a estar aquí, difícilmente termine de probar todo lo que se come aquí. Otra cosa que viene a mi memoria es la gran cantidad de casinos y tragamonedas que hay en Lima. Alguno de ellos será objeto de mi visita próximamente.

Próximamente contaré algo más sobre estas cuestiones, por ahora les dejo simplemente el resumen a continuación:

Lo más y lo menos de estos días en Lima

Lo más:
  • Los tequeños
  • Los fetuccini a la huancaína
  • Las delicias de lúcuma
  • La limonada frozen - Ya soy fan!!
  • Larcomar, el shopping con patio de comidas y pubs construido sobre la alta costa acantilada de la ciudad
  • Los teléfonos públicos de Telmex (3 minutos a la Argentina por apenas 1 sol, algo así como $1.35!!)
  • Las estaciones de servicio que venden las gaseosas de 500cm3 a 1.20 soles aprox.
  • Lo bien conservados que están los edificios históricos del centro de Lima
Lo menos:
  • El cielo casi constantemente nublado
  • La forma de conducir de los limeños... El peor conductor porteño maneja de diez al lado de ellos!
  • Además de la brecha entre ricos y pobres, el clasismo y la segregación que existen aquí. Por ejemplo, en los hoteles los empleados no pueden compartir el ascensor con los huéspedes.
  • Los colectivos: pocos, pequeños, en mal estado y con más de 20 años de edad. Además, en ellos sólo viaja la gente de menor poder adquisitivo, el resto viaja en taxi... o en su propio auto.
  • Los taxistas, muchos de los cuales son truchos, que tocan bocina insistentemente para que los tomes.
  • Los vendedores ambulantes, que pueden insistir durante más de dos minutos por reloj y perseguirte más de 30 m para que les compres algo.
  • La Coca-Cola peruana!! Le siento gusto a aceitunas!! :S

Los planes para los próximos días son:
  • Seguir conociendo la noche limeña
  • Ir a Pachacamac
  • Probar el ceviche
  • Ya veremos qué más
Esto es todo, amigos... Por ahora.
Saludos a todos!

Gato por liebre

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No pedí una Bic en el kiosco. Simplemente pedí una birome, la pagúe $1.50 y seguí mi camino. No fue hasta hoy a la mañana que me di cuenta de que me habían cobrado el gato al precio de la liebre...


Cara de avión II

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Fuente: http://amigosvirtuales.forogratis.es/blog/
En cuarto año del secundario, el profe sostenía justo debajo de su boca una hoja de papel N° 3, de modo que caía. Sopló... y la hoja se levantó hasta quedar casi horizontal. Explicaba que el aire a velocidad generaba una baja en la presión por arriba de la hoja, lo cual generaba la sustentación de la misma. O algo así. Ese fenómeno físico, en apariencia tan simple, es la base del funcionamiento de los aviones.

Me gusta mirar el despegue de los aviones. Creo que hasta imagino la cara de embobado que debo poner al mirarlos cuando se separan del suelo y parten rumbo hacia el cielo. Un acontecimiento bastante particular, que me lleva a un montón de cosas, pensamientos, reflexiones, más allá del simple hecho de la máquina voladora que emprende viaje. También recuerdo mi jardín de infantes, a pocas cuadras de Aeroparque, y los aviones que pasaban sobre nosotros con sus motores que aturdían, ya sea partiendo o llegando a la ciudad.

Ya de grande (se podría decir que casi de adulto), me hallaba una tarde frente a la reja celeste de Aeroparque, repitiendo algún paseo de cuando era pequeño. Miraba detalladamente todos los aviones. Los medianos de LAN, los enormes (¡y ruidosos!) de Aerolíneas, otros minúsculos que llevaban unas pocas decenas de personas, o aun menos. Notaba cómo el ángulo de despegue del avión parece depender del tamaño del mismo, pero no me puse a hacer ninguna estimación física de ello. Los seguía atentamente con la mirada, desde que iban carreteando lentamente hasta que se posicionaban para despegar. Esperaba, con mi cabeza girada hacia la derecha, ansioso, el momento en que, finalmente, esos motores desplegaran toda su potencia y los hicieran acelerar a velocidades otrora inimaginables.

Cabeza rápidamente hacia la izquierda, para no perderme ningún detalle. Las ruedas delanteras que se separaban de la pista. El avión que parece levantado desde delante por un poderoso hilo. Más y más. Hasta que al fin, empieza a volar...

Sonrisa de avión. Tal vez mi propio deseo de volar reflejado en ese gigante blanco que, lenta y a la vez rápidamente, va más y más alto, haciéndose pequeño hasta reducirse a un minúsculo punto... y desaparecer.

Impresionante cómo las frías leyes físicas, tanto trabajo de cálculos interminables, ensayos y errores, convergen finalmente en un invento concreto que se atreve a desafiar (y romper) las barreras de lo posible.

Pausa verde

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Mediodía en Plaza San Martín. Sol tibio, aire fresco, un poco de verde en medio del caos microcéntrico. Gente caminando en todas direcciones (¿quién sabe de dónde vienen y adónde van?), los árboles, las palomas, la bandera que flamea detrás.

Sólo unos minutos para recargar las baterías y volver a la rutina. Apenas un rato para observar la belleza alrededor y renegar de los ruidos que no la dejan en paz. Una buena opción para distenderme y sentirme mejor.

Sería tanto más lindo si estuvieras aquí.
Sólo faltás vos...

Cara de avión

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Voy a volar. ¡Sí! ¡Voy a volar! Muy pronto...

No hablo de ninguna sustancia legal o ilegal. Hablo de conocer nuevos lugares, nuevas culturas, vivir nuevas experiencias. Especialmente la del avión. Suspenderme en el aire por unas horas, para luego abrir los ojos y encontrarme en un mundo totalmente nuevo.

Suena mágico, ¿no? Tal vez lo sea.

Lo seguro es que suena a romper la rutina. Suena a listas de cosas que no debo olvidar. Suena a resurgimiento de la obsesión de oírlo todo, verlo todo, manejarlo todo. Sugiere dejar a un lado el miedo a lo desconocido, a lo imprevisible, y simplemente lanzarse de lleno. Como García cuando saltó desde el 9° B. Señala que habrá gente a la cual extrañaré. Y que también será bueno tener ese lugar, casi forzado, sólo para mí. Será una experiencia que de seguro jamás olvidaré.

Próximo domingo. Horas de la noche. Estaré listo con todo mi equipaje, esperando el momento de pulsar el botón para que inicie esta nueva película. La dosis de acción que necesitaba. Play.

Acción

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I.

Fin de semana. Dos días sin responsabilidades. Chance de disfrutar de, valga la redundancia, los frutos del trabajo. La lista de pendientes rebosa, y yo quisiera tachar esos ítems, uno por uno. Dicen que la acción es la forma de avanzar. Pero sólo atino a quedarme, cansado, en mi cuarto, flotando por ahí. Fue una semana difícil y aún las fuerzas no volvieron a mí.

II.

Ardua tarea la de hacer de los pequeños detalles la esencia de cada día. Difícil encontrar motivación en medio de la rutina, si uno ya sabe qué está por venir y todo es impotencia ante lo inminente. El mismo cronograma, repetido semana tras semana, tal vez con una mínima, insignificante, obligada variación. Necesito algo, pero no sé bien qué es. Sólo sé que a esta película le falta algo...

Trenes

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Voy en trenes. Me organizo según los horarios de los trenes. Sueño con ellos. Los disfruto, los odio, los aprovecho, reniego de ellos... Reales o imaginarios, sobre rieles de hierro o de madera, conducidos por mí o por otros, con destino conocido o incierto...

Interminables vías de ferrocarril se extienden a lo largo y a lo ancho de la tierra. Suben, bajan, atraviesan ciudades, campos, cruzan ríos, desiertos... Todo tipo de lugar es susceptible de recibir la fugaz visita de un tren.

Pero una cualidad propia del tren es tal vez su peor defecto: los rieles.

Sólo puede avanzar, o detenerse. A veces retroceder. Puede atravesar mil lugares. Pero su camino ya está definido. Su origen y su destino fueron fijados por alguien más. Y no puede apartarse de ese camino sin causar destrozos a todo cuanto lleva dentro de sí.

Dos rieles parecen marcar a diario mi camino.
Y sueño con trenes.

(*) Fuente de la imagen (y sin intenciones de propaganda):
Blog de José Luis Gioja